CONFERENCIA SOBRE LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO ETARRA, EN LA UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE VALENCIA



 CONFERENCIA QUE DÍ EN LA UNIVERSIDAD DE VALENCIA SOBRE LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO DE ETA





Quiero en primer lugar agradecer a este colectivo de la Universidad de Valencia, su invitación a darles esta conferencia, donde espero poder compartir con todos ustedes un tiempo de reflexión y compromiso. Sería un honor para mí que las palabras que voy a pronunciar sirvan al menos para reafirmarnos en nuestras convicciones, para hacernos más fuertes y para sentirnos más unidos en la lucha por la derrota del terrorismo.

Cincuenta años de terrorismo de ETA, decenas de miles de víctimas: asesinados, heridos, secuestrados, amenazados y exiliados y todavía no hemos conseguido derrotar definitivamente a esta gran lacra como es la banda terrorista ETA, última organización terrorista en Europa.

Debemos recordar que el 95% de los crímenes terroristas han sido perpetrados en Democracia y en contra de nuestro sistema democrático. Así desde el año 1978, la actividad de ETA se basa prácticamente en el rechazo a nuestra Constitución y al Estatuto de Gernika, que fueron aprobados libremente por la mayoría de los españoles.

Y prueba de ello es la intensidad de la acción terrorista que tiende a hacerse máxima en los momentos de mayor impulso reformista. Así entre los años 1978 y 1980 ETA asesinó a 247  personas, es decir, 82 víctimas por año.

El terrorismo es una amenaza terrible, es el enemigo más importante de nuestro Estado de Derecho, ha convulsionado nuestra Democracia en sus fases previas de transición y de madurez.

En un largo y tortuoso camino lleno de sobresaltos y sufrimiento padecido por miles de familias, la sociedad española ha ido despertando de su letargo, apoyando y a veces incluso indicando el único camino que ha demostrado ser realmente eficaz para acabar con el terrorismo y sus redes de captación que es sin lugar a duda la firmeza de nuestro Estado de Derecho.

ETA es un sistema totalitario que quiere imponernos por la fuerza un sistema dictatorial, excluyente y autoritario. Sus métodos y sus fines son totalmente contradictorios a nuestra constitución. La historia de nuestra Democracia es la historia de la lucha contra el terrorismo y representa nuestro principal problema.

La Democracia es el mejor marco de convivencia de una sociedad, donde no tiene cabida la violencia y donde el terrorismo es el mayor enemigo de nuestras sociedades abiertas.

Es cierto que hoy día, las víctimas contamos con un gran apoyo social, ya nadie duda de nuestra verdad y de la inocencia de la víctima, pero también es cierto que ha costado mucho llegar a esta situación y especialmente desde el País Vasco.

A principios de los años 80, conocidos también como los años de plomo, las víctimas sufrían su particular odisea en el más absoluto olvido y anonimato. La culpa de este terrible abandono la tenía aquella injustificable y macabra frase “algo habrá hecho” que justificaba la acción terrorista y hacía culpable a la víctima.

Es en estos años cuando la víctima sufría la doble victimización, es decir, por un lado adoptaba la condición de víctima por la pérdida de un ser querido pero también adoptaba esta condición por el aislamiento social, que en esos momentos recibía, porque los propios vecinos, amigos e incluso familiares le hacían sentirse culpable de lo ocurrido.

Y esta era la estrategia de ETA en estos años: mostrar a la víctima como “instrumentos del mal opresor”, “traidores del pueblos vasco” o cualquier otra macabra justificación.

Pero también en esta amarga y dura etapa, es cuando nacen en el País Vasco los primeros movimientos cívicos. Algunas víctimas que se sienten abandonadas, despreciadas y olvidadas toman la iniciativa destacada en estos movimientos. Son víctimas que reclaman su inocencia y su exigencia de reconocimiento.

Entrados los años 90, comienza a extenderse el movimiento ciudadano en el País Vasco. Las campañas de concienciación son cada vez  más fuertes y necesarias, así como la respuesta ciudadana. Los movimientos cívicos se dan cuenta que con la repulsa ética ya no es suficiente, hay que dar pasos, es necesario hacer una política de actos que nos libre de la opresión totalitaria.

Se iniciaba una nueva fase en la movilización y en la concienciación ciudadana que estallaría con el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, donde se produjo el paso decisivo para definir y encarar el  terrorismo, expresar de manera clara y contundente lo que ETA era y es.

Y de estas masivas manifestaciones han pasado ya casi trece años. Trece años cargados de luces y de sombras, de momentos muy duros y difíciles donde a las víctimas les ha tocado remar a contracorriente en varias ocasiones.

Trece años de aquellas e intensas 48 horas que todavía hoy duele recordar, donde todos los españoles de bien salimos a la calle para intentar salvar la vida de un joven de tan solo 29 años, que como otros muchos jóvenes, asumió la responsabilidad de trabajar para extender los valores democráticos esenciales: libertad, pluralismo político, convivencia y tolerancia.

ETA asesinó a mi compañero Miguel Angel Blanco por ser español y por defender su tierra, el País Vasco, como una importante parte de España.

Su asesinato provocó una gran conmoción ciudadana que puso en su sitio a los criminales, obligó a cambiar de discurso a los tibios y sorprendió incluso a los vascos más tenaces.

La explosión de solidaridad de miles de ciudadanos crearon un clima en el que por primera vez los asesinos se vieron a sí mismos como criminales y no como las víctimas que hasta entonces habían pretendido ser.

España entero no cedió a las pretensiones terroristas de ETA, no cedió al intento por parte de los terroristas de querer doblegar a un gobierno democrático y a nuestro Estado de Derecho.

Los españoles dieron una gran lección de dignidad, pero sobre todo dimos una gran lección de LIBERTAD, demostrando con ello que nunca se puede sacrificar la LIBERTAD por una PAZ posible. Porque la PAZ nunca puede tener precio, no puede tener un coste. Son los hechos los que dan sentido y contenido a las palabras.

La PAZ debe ser siempre la consecuencia de la aplicación de todos los instrumentos de nuestro Estado de Derecho, porque solo desde la LIBERTAD conseguiremos algún día  la PAZ definitiva.

Pero si a estas alturas de la lucha antiterrorista alguien de verdad pensara que sí debería tener un precio, este lo hubieran pagado con creces cada una de las víctimas del terrorismo.

Aquellas masivas movilizaciones dieron lugar al llamado ESPIRITU DE ERMUA, donde se articularon socialmente las principales vías para la derrota de ETA:

1.- La mirada siempre inocente de la víctima

2.- La aplicación del Estado de Derecho hasta las últimas consecuencias

3.- El aislamiento de ETA

El Espíritu de Ermua representaba firmeza democrática, lo que conllevaba a la exclusión de cualquier diálogo con los terroristas, porque si algo tenemos que tener claro es que  negociar significa claudicar, deslegitimar nuestro Estado de Derecho y justificar toda acción terrorista.

La negociación con terroristas conlleva al debilitamiento de nuestro Estado de Derecho y representa una estafa constitucional que dinamita los pactos y los acuerdos en los que se basa nuestra Democracia. Como bien dijo CHURCHILL: un pacto con la maquinaria del terror no puede ser una paz con honor.

Como bien recordaran ustedes, este gran pacto de Estado, pacto que más nos ha hecho avanzar en la lucha por la derrota de ETA, dejó de estar vigente con la entrada al gobierno del partido socialista, a pesar de que ellos mismos fueron los promotores de  firmar esta pacto antiterrorista con el gobierno de entonces del partido popular, decía que dejó de estar vigente porque se abrió una nueva vía, que fue el mal llamado proceso de paz, que como el propio paso del tiempo nos ha demostrado, lo único que nos aportó fue división entre los políticos y entre la propia sociedad española y por el contrario fortificó a quienes lo promovieron para su reorganización y para seguir sembrando el terror.

Y esto es lo que desgraciadamente continúan haciendo los terroristas, sembrar el terror entre la sociedad y acabar con vidas humanas inocentes. Debemos recordar que el año pasado, ETA asesinó a cinco ciudadanos y este mismo año a un gendarme francés.

Pero también es cierto, que en este último año se han producido grandes avances en la lucha por la derrota de ETA, gracias a la maravillosa labor que están realizando los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, pero también gracias a que los vascos seamos gobernados por un gobierno constitucionalista formado por el Partido Socialista con el apoyo de Partido Popular, gracias a que el nuevo gobierno vasco haya hecho de la lucha antiterrorista, la aplicación de la Ley, la deslegitimación del terrorismo y la dignificación de las víctimas, guías de su actuación cotidiana.

Este cambio político producido en el País Vasco, representa el mejor homenaje  que se pude realizar a la memoria de todas y cada una de las víctimas del terrorismo, donde por fin las enseñanzas del Espíritu de Ermua  han encontrado su espacio de gobernabilidad vasca, donde por fin las victimas empezarán a ocupar el lugar que las corresponde en el espacio público vasco, donde por fin los asesinos y sus cómplices ven mermada su impunidad día a día.

Y donde por fin, la normalidad política hace de la lucha contra la anormalidad de la falta de libertad para tantos vascos su prioridad, en concreto, para más de 42.000 personas amenazadas en este momento.

Porque  durante los treinta años de diferentes gobiernos nacionalistas, ninguno de ellos priorizó su política en poner solución a esta falta de libertad, mirando incluso en muchas ocasiones hacia otro lado ante esta situación de amenaza y persecución que sufrimos una importantísima parte de la sociedad vasca.

Un anterior gobierno nacionalista que supo rentabilizar políticamente la situación de acoso y exclusión provocada por los terroristas para fortificar su poder en vez de legislar y actuar con el objetivo de aislar a los terroristas y a todos sus grupos afines.

Un anterior gobierno nacionalista que ha intentado ofrecer al resto de los españoles una imagen confusa de lo que realmente ocurría en el País Vasco, intentando disfrazar con hechos y palabras vacías de contenido la amenaza, la extorsión y el asesinato a inocentes por el mero hecho de pensar distinto, de tener ideas políticas diferentes.

Si verdaderamente hubieran querido realizar una labor educativa y política a favor de los valores éticos y democráticos y en contra del fanatismo ideológico, no hubieran intentado engañar a la sociedad a través de confusos conceptos como por ejemplo hablar de enfrentamiento o conflicto cuando de lo que realmente estamos hablando es de violencia terrorista.

Porque hablar de enfrentamientos es admitir que hay dos bandos y esto mismo  es lo que nunca ha habido ni habrá en el País Vasco, porque ni las víctimas del terrorismo ni el resto de la sociedad vasca se ha enfrentado, porque lo único que exigen, exigimos es la simple aplicación de la Ley de nuestro Estado de Derecho.

Pone Cervantes en boca de Quijote: “cada uno es hijo de sus hechos”

Esta situación de falta de libertad y sobre todo de falta de soluciones por parte del anterior gobierno nacionalista, obligó a muchos ciudadanos, en concreto a más de 200.000 vascos a abandonar el País Vasco en contra de su voluntad, cifra muy importante si tenemos en cuenta que la población en total de de apenas 2.000.000 de habitantes.  

Pero  después de tantos años de desidia por parte de anteriores gobiernos nacionalistas, afortunadamente en el País Vasco ha comenzado una nueva etapa con el cambio político producido, que como les decía anteriormente, todo indica que, nos guía a una normalidad política, a alcanzar la paz y la libertad y a deslegitimar el terrorismo día a día algo tan importante y necesario en mi tierra.

Porque deslegitimar el terrorismo es deslegitimar las ideas totalitarias y mafiosas de ETA  o de quienes las defienden. Es conseguir que los terroristas no tengan ni un solo pretexto para continuar con su actividad terrorista ni un solo segundo más.

Deslegitimar el terrorismo es hacer una clara defensa de los valores éticos y democráticos, de los derechos humanos, de la paz, de la libertad, porque comprenderán que es imposible defender estos valores si no se actúa de una manera clara y contundente no solo por la vía policial y judicial sino también desde la propia educación contra quienes amparan y justifican el terrorismo.

La educación en valores éticos y democráticos es esencial y de suma importancia  para alejarnos de la confusión  y la perplejidad que generan las ambigüedades, porque a lo único que nos llevan es a la equidistancia entre los que sufren y los que causan el sufrimiento.

Es por ello que creo de vital importancia, que las reivindicaciones y los testimonios de las víctimas del terrorismo se integre en los centros educativos del País Vasco, al igual que se está llevando a cabo en la Comunidad de Madrid entre otras, porque considero que las experiencias vividas ayudarán a instruir a los jóvenes en valores éticos y democráticos, en la defensa de la libertad pero sobre todo en el rechazo de la violencia terrorista.

Se debe y se tiene que poner toda voluntad en acabar con la educación en el odio en los centros educativos con el fin de impedir, de evitar que nuevos jóvenes de incorporen a la cantera de la banda terrorista ETA y para ello es necesario contar la realidad de lo ocurrido, contar los miles de crímenes ocurridos todos ellos injustos y explicarles con toda nitidez que en el País Vasco existe una banda terrorista que lo único que intenta es imponer en la sociedad sus ideas totalitarias a través de fórmulas terroristas como es el tiro en la nuca.

Los jóvenes tiene que saber perfectamente que los chicos de la gasolina (frase que utilizaba el dirigente nacionalista Arzalluz cuando hablaba de los jóvenes que se dedicaban al terrorismo callejero), son terroristas, tienen que saber que no hay terrorismo de baja intensidad, que el terrorismo es puro y duro, tienen que saber que mantener los muros de la vergüenza, muros que durante mucho tiempo han albergado frases y pancarta a favor de terroristas y  del terrorismo, no es libertad de expresión como decía el anterior gobierno nacionalista, si no apología del terrorismo que vulnera la dignidad de las propias víctimas del terrorismo.

Un reciente informe del Ararteko, el Defensor del Pueblo en el País Vasco, titulado “La Transmisión de Valores a Menores” nos desvela  que el 15% de los adolescentes vascos entre 12 y 16 años no rechaza o justifica el terrorismo y un 18% de los escolares afirman que en sus domicilios se reconocen motivos para que ETA continúe con su labor terrorista.

Estos escalofriantes datos nos indican que urge la realización en el País Vasco de una importante labor pedagógica, que sin lugar a duda debe iniciarse en el seno familiar, pero que es una tarea que debe por supuesto comprometer a todos los  representantes de la sociedad: políticos, educadores, familia y amigos, si de verdad queremos potenciar la deslegitimación ética, política y social del terrorismo entre los sectores más vulnerables a la manipulación de grupos radicales como es la juventud, los adolescentes y los niños.

Urge por tanto la necesidad de enseñar a los jóvenes, desde todos los ámbitos, la historia tal y como ha sido, si queremos conseguir de verdad que las futuras generaciones enfoquen sus ideales y sus principios en la defensa de los derechos fundamentales y el respeto a los demás. Solo de esta manera conseguiremos cortar desde la raíz el terrorismo, es decir, acabar con el adoctrinamiento y fanatización de los jóvenes.

Tienen que saber que mantener la posición de la ambigüedad y la equidistancia, tratar de extender el concepto de víctima a los victimarios supone un inmejorable caldo de cultivo para la continuidad del terrorismo.

Sería un verdadero éxito si entre todos lográsemos que los jóvenes no miraran para otro lado, que distinguieran con claridad y rotundidad entre los que sufren y los que causan el sufrimiento, entre los que están al lado de la democracia y los que intentan dinamitarla, entre los que respetan los derechos fundamentales como son el derecho a la dignidad de las personas y el derecho a la vida, y los que con sus actuaciones los desprecian y los laminan. Entre los que defienden la libertad y los liberticidas.

Como decía Martin Luther King, refiriéndose a la violencia “nuestra generación no se habrá lamentado tanto de los crímenes de los perversos como del estremecedor silencio de los bondadosos”

Es cierto que la solución del terrorismo no es la educación, pero su solución tiene que pasar necesariamente por la educación, porque sin una educación en el respeto, en la dignidad, en la verdad, en la democracia, en los derechos humanos, nunca tendremos una sociedad libre para tomar sus decisiones y con determinación asumir sus responsabilidades.

Este lugar donde nos encontramos, representa un foro idóneo para expresar que el terrorismo es una amenaza local y global y por lo tanto nuestra respuesta social y política deber ser también local y global.

No puede haber ningún lugar civilizado que con sus acciones o dejaciones legitime cualquier tipo de terrorismo o terrorista, porque los terroristas son fanáticos totalitarios y aunque parezca mentira esta es una dura lección que nos ha costado mucho dolor, sangre y lágrimas aprender.

En esta  ya larga lucha contra el terrorismo, las víctimas del terrorismo siempre han estado al frente de la misma. Su testimonio, nuestra reflexión y nuestro compromiso recoge lo mejor de los cimientos en los que se basa nuestro Estado de Derecho.

Las víctimas han logrado tener una voz común, son ciudadanos activos en la defensa de los principios de convivencia por los que fueron asesinados sus familiares, se han posicionado públicamente contra ETA y contra todo terrorismo.

Las víctimas representan la pluralidad ideológica, la convivencia democrática, la sociedad abierta, la defensa de principios y valores en los que se basan el Estado de Derecho. Las víctimas representan la vida, los terroristas la muerte, ellas representan la verdad, ellos la mentira, ellas la inocencia y ellos la culpabilidad.

Hemos aguantado demasiado y no podemos soportar que nuestros asesinos se muestren ufanos y legitimados políticamente para conseguir sin matar lo que no han conseguido matando.

Las víctimas siempre han reclamado tres valores esenciales  sobre los cuales se tiene que  trabajar para acabar con el terrorismo: verdad, memoria y justicia

VERDAD, la verdad de lo que ha pasado, la cruda realidad de los miles de crímenes cometidos durante 50 años y que han sido todos sin excepción injustos. La verdad de las víctimas consiste en dar protagonismo a las personas, a las familias que más directamente han sentido el zarpazo terrorista, evidenciar su sacrificio y atender sus reclamaciones no solo económicas sino también morales. 

MEMORIA,  la memoria consiste en el “no olvido”, en el recuerdo permanente de los que ya no pueden defenderse, en la crítica constante a las cínicas y perversas justificaciones que se dieron durante muchísimos años. Sus familiares tienen nombre, tiene historia, tenían sueños y esperanzas. El terrorismo intentó acabar con todo esto y por eso nosotros y sus familiares, no podemos permitir que tanto dolor se olvide, que no sirva para nada.

La mejor muestra de cariño y solidaridad de los españoles con ellos y por su recuerdo es sin lugar a duda no olvidar,  porque esto representa el buen ejemplo de lo que puede hacer la sociedad civil para recomponer un frente no solo político sino el más importante, EL MORAL.

Las víctimas reclaman JUSTICIA, jamás han practicado la revancha o la venganza. Defendemos el Estado de Derecho y nos amparamos en la Justicia. Sin Justicia no habrá PAZ. Nunca podrán devolverles a sus hermanos, padres e hijos.

El único sosiego que nos queda es ver a todos aquellos que participaron en los crímenes de sus familiares cumpliendo íntegramente las penas que un Tribunal democrático les imponga. Esto es infinitamente más de lo que los terroristas concedieron a todas las víctimas del terrorismo.

No puede haber perdón ni  medidas de gracia de un Gobierno hacia los asesinos confesos que jamás han pedido perdón ni han cumplido sus condenas.

No puede haber atajos para acabar con el terrorismo, porque los terroristas son criminales y no “interlocutores políticos”, que su destino debe ser el juzgado y la prisión y no una mesa de rendición. Este es el mínimo que las víctimas exigen para que algún día las heridas puedan empezar a cicatrizar.

La Estrategia Mundial contra el Terrorismo aprobada en Madrid en 2005  y avalada por Naciones Unidas en 2006 afirmaba que:


“El terrorismo en un crimen contra la humanidad. Atenta contra la vida de las personas inocentes. Crea un clima de odio, miedo y propicia la fractura a escala mundial entre religiones y grupos étnicos. El terrorismo constituye una de las violaciones más graves de la paz, el derecho internacional y los valores de la dignidad humana. El terrorismo constituye un ataque a la democracia y a los derechos humanos. No existe justificación alguna para atacar a civiles y no combatientes por medio de la intimidación y de atentados mortales”


Y como en reiteradas ocasiones han manifestado las víctimas, si el sufrimiento y el dolor por la pérdida de un ser querido no prescribe jamás, tampoco debería hacerlo el acto terrorista.

La experiencia de España en la lucha contra el terrorismo y la dotación por parte del Estado de eficaces instrumentos jurídicos, encabezada por las víctimas debe exportarse a un mundo amenazado por el terrorismo internacional. Si conseguimos que el mundo entienda que no hay terrorismos buenos, estaremos más cerca de vencer democráticamente al terrorismo.

Es responsabilidad de todos  los gobiernos democráticos  apoyar nuestras justas reivindicaciones, no sólo por el bien de las víctimas del terrorismo sino por el bien y el futuro de nuestra Libertad democrática.

Este acto es un claro ejemplo de conciencia, rebeldía democrática y solidaridad con los más débiles, con los que más sufren por este problema. Debemos depositar la esperanza de un mañana en el que el terrorismo sea una triste  parte de nuestro pasado. Todos juntos construiremos un mañana diferente diciendo BASTA YA a los asesinos y a los amigos de los asesinos.

Para concluir:

1º En un Estado de Derecho no hay razón para la violencia. El terrorismo es radicalmente totalitario y fascista. Los partidos democráticos deben estructurar una plataforma de unidad y defensa del Estado de Derecho.

2º No todo vale para acabar con ETA. ETA es una banda criminal que no ha cambiado y de la que no podemos esperar nada.  Por eso su fin debe estar basado en la disolución definitiva, la entrega de armas y la petición de perdón por el sufrimiento causado a tantos españoles. Y por supuesto con vencedores y vencidos, es decir, tiene que haber una ETA vencida frente a un Estado de Derecho vencedor.

3º Hoy más que nunca debemos decirle a ETA y a todo su entramado alto y claro que no nos rendiremos, que no lo hicimos en el año 97 y que no lo haremos nunca.

4º El martirio de cada una de las víctimas del terrorismo, tiene que servir para avanzar en la lucha por la dignificación de las víctimas y la repugnancia ante los crímenes terroristas, nunca para retroceder, porque esto significaría que tanto dolor  y tanto sacrificio no hubiera servido para nada y que su memoria hubiera sido utilizada como moneda de cambio para fortalecer en vez de derrotar a quienes nos han amargado la vida durante tantos años.

Lo que nunca puede llegar a ocurrir es que la muerte de sus familiares, facilite y allane el camino a sus asesinos para que años después consigan sin matar lo que nunca consiguieron matando.

5º Lo que hace falta en estos momentos en España y en especial en el País Vasco, es apostar por la convivencia, la pluralidad y la integración porque este es el futuro de España y expreso mi deseo y confianza en que esa explosión de LIBERTAD, de SEGURIDAD y de ESPERANZA sea una realidad más pronto que tarde.

Quisiera que mi intervención hubiera servido para poner las cosas en su sitio y que el relato de los que hemos sufrido el azote terrorista de ETA en el País Vasco, a las que hoy yo he dado voz en este auditorio de esta gran universidad, en este espacio de Libertad.

Quiero volver a agradeceros la oportunidad que me habéis dado.

Muchas gracias y siempre a vuestra disposición.




Intervención por videoconferencia de Teresa Jimenez Becerril


Intervención de Consuelo Ordoñez


Intervención del sociologo Francisco Llera


En la mesa con los organizadores de las conferencias


Público asistente


Esperando mi intervención






Organizadores y conferenciantes







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