CERRATEANDO - HISTÓRIA DE LA VITICULTURA Y LA REPERCUSIÓN VINICOLA EN EL CERRATO

 LA CULTURA DEL VINO EN EL CERRATO


CERRATEANDO


HISTÓRIA DE LA VITICULTURA Y LA REPERCUSIÓN VINICOLA EN EL CERRATO




ANTECEDENTES


El vino ha evolucionado como parte de la vida, la cultura y la alimentación desde tiempos inmemoriales. Como un símbolo cultural indeleble de un estilo de vida, el papel del vino ha evolucionado con el tiempo, dejando de ser una importante fuente de nutrientes para convertirse en un acompañamiento cultural de la comida y en sinónimo de distensión compatible con un estilo de vida saludable.


El arte de la viticultura y la vinificación también ha cambiado. No obstante, en esta larga ruta por la historia, una cosa se mantiene y nunca se ha descuidado: la asociación del vino con gastronomíahistoria, tradición, origen, productos locales de calidad y entornos sociales dignificados.


La valoración cultural del vino refleja la diversidad de las regiones vitícolas, el savoir vivre y los hábitos culinarios. Los productos de calidad indican unas pautas de consumo moderadas, ya que sólo si el vino se degusta de forma moderada y lenta se pueden apreciar y disfrutar plenamente su carácter y sus sabores únicos y complejos.


El sector del vino y sus agentes económicos realizan una contribución económica, social, agrícola y medioambiental de valor incalculable. Las regiones vitícolas de todo el mundo producen una variedad inagotable de excelentes productos. Aunque el vino sigue siendo un producto natural, las innovaciones tecnológicas han permitido implantar unos procesos de producción más higiénicos y controlados, contribuyendo a la obtención de unos vinos más adaptados al paladar del consumidor contemporáneo.


El vino no solo crece en nuestra tierra, también respira en nuestra historia, en nuestra cultura y en nuestra vida.

Viñedos en el Cerrato


UN POCO DE HISTORIA DEL VINO

El vino tiene una larga historia y cada botella puede tener la suya, lo que contribuye muchísimo a la fascinación que ejerce esta bebida. Pero su papel en la historia de nuestra cultura es incluso más amplio y más profundo. El vino es una de las primeras creaciones de la humanidad y ha ocupado una plaza privilegiada en numerosas civilizaciones.


Por otra parte, representa toda una serie de descubrimientos relacionados con las primeras reacciones químicas efectuadas por el hombre: la fermentación y la oxidación. Es imposible saber quién fue el primer viticultor. Las grandes civilizaciones de la Grecia y de la Roma antiguas situaban el origen del vino en la prehistoria y rodeaban su nacimiento de leyendas.

Viticultura en el antiguo Egipto.


El antiguo Egipto nos ha dejado listas de vinos: los egipcios mencionaban incluso la añada, el viñedo y el nombre del vinificador en sus jarras: fueron las primeras etiquetas. Los babilonios llegaron a promulgar leyes reglamentando la explotación de una tienda de vinos. En la Epopeya de Gilgamesh, la primera obra de ficción de la literatura universal, datada hacia el año 1800 a. de C., se habla en términos poéticos de un viñedo mágico formado por piedras preciosas.


Es posible hacer vino incluso con uvas silvestres. Gracias a los azúcares concentrados en los granos y a la abundancia de su jugo, la uva es el único fruto con una tendencia natural a fermentar. De este modo, cuando la uva está madura, su jugo entra en contacto con las levaduras, presentes naturalmente en la piel de las bayas. Si el jugo se encuentra en un recipiente, el vino se hará solo.


Después de unos días, el líquido obtenido será una especie de vino. Elemento festivo o de ceremonia religiosa, medicamento o antiséptico, el vino ha desempeñado numerosos papeles. Pero uno de los acontecimientos cruciales de su historia se remonta a fechas relativamente recientes: el dominio del arte de la crianza.


El hecho de poder guardar un vino durante años —y conseguir mejorarlo en barricas o en botellas— marca el nacimiento del vino de calidad.

EL PRIMER VIÑEDO


Es probable que se produjeran vinificaciones accidentales en todas partes donde hubiese a la vez uvas en estado silvestre y población humana. Un paso muy considerable fue franqueado con el cultivo de la vid.


Los arqueólogos pueden determinar si las pepitas encontradas en yacimientos habitados provienen de uvas silvestres o cultivadas. Se han descubierto pepitas de vid cultivada en el Cáucaso, al este del mar Negro. Tienen una antigüedad de unos siete mil años.


Así, puede decirse que el primer viñedo fue plantado con toda probabilidad entre los actuales territorios de Turquía, Georgia y Armenia. Sabemos que en esta región, cuyo clima y relieve son particularmente propicios al cultivo de la vid, crecía antaño en estado silvestre.


VINO Y RELIGIÓN


El aspecto esencial de este primer período de la historia del vino es que los griegos de la antigüedad —y a continuación los romanos— le reservaban un importante lugar en sus vidas.


Por esta razón, y sobre todo por sus usos religiosos y rituales, el vino se convirtió en un elemento clave de la civilización occidental.


Ya en tiempos de la antigua Grecia también los chinos conocían el vino, pero no lo explotaban de forma sistemática. El cultivo de la vid aparece igualmente en ciudades de Persia y de la India, aunque no deja en ellas huellas muy profundas. En cuanto a la América precolombina, sus culturas jamás descubrieron el vino pese a la presencia de vides silvestres y a la existencia de civilizaciones refinadas.


La práctica y las creencias cristianas descienden en línea recta de los rituales griegos y romanos. El empleo del vino en forma sacramental está ligado directamente con el judaísmo, pero las similitudes más fuertes aparecen en la comparación con el culto griego de Dioniso, dios del vino, y de Baco, su equivalente romano.


LOS DIOSES DEL VINO


Dioniso era el dios de la vid y del vino, aunque muchos otros, con leyendas análogas, aparecen en las más diversas civilizaciones con notable regularidad.


Una inscripción del año 2700 a. de C. menciona a la diosa sumeria Gestín con el significativo nombre de (madre cepa). Otro dios sumerio se llamaba Pa-gestíndug (buena cepa) y su esposa Nin-kasi, que significa «dama del fruto embriagador. En Egipto, el dios del vino era Osiris, al que se evocaba como el vino Lágrimas de Horuso sudor de Ra (dios del sol).


Aunque, más tarde, Jesús dijo “yo soy la vid”, el judaísmo no estableció ninguna relación entre Dios y el vino. Prohibía incluso las libaciones, ofrendas de vino a los dioses tan frecuentes en Babilonia, en Grecia y en otras religiones. El vino es importante en el ritual judío, pero su abuso está mal visto. La desvergüenza que caracterizaba las bacanales fue considerada sacrílega por los primeros obispos cristianos, sobre todo porque en ellas participaban las mujeres.


Los romanos, cuya expansión coincidió con el declive de Grecia incorporaron los dioses griegos adaptándolos a sus características. Así, Dioniso se convirtió en Baco, nombre que ya


El cristianismo, cuyo desarrollo es indisociable del Imperio romano, asimiló numerosos símbolos y ritos báquicos, y atrajo, en los primeros tiempos, a las mismas categorías de fieles. La significación de la eucaristía es un tema demasiado complejo para ser evocado en pocas líneas. Digamos simplemente que el vino de la comunión era por lo menos tan necesario en una asamblea de cristianos como la presencia de un sacerdote. Gracias a este lugar vital que ocupaba en las prácticas religiosas, el vino subsistió incluso durante el sombrío período de las invasiones bárbaras que acompañaron la decadencia de Roma.

El dios Baco


LAS REGIONES VITÍVINICOLAS DE LA ANTIGÜEDAD MEDITERRÁNEA


Los egipcios, los sumerios y los romanos daban un nombre a sus viñedos y discutían para establecer cuáles eran los mejores vinos.


Según la Biblia, los hebreos habían traído de Ganaán un racimo de uvas tan grande que fueron necesarios dos hombres para transportarlo. El Antiguo Testamento está lleno de referencias a viñedos.


Los romanos dejaron esmeradas definiciones de los mejores vinos de Italia. En el más alto rango se situaba el de Falerno, localidad al sur de Roma, que estaba considerado como el mejor de la época, seguido de los vinos de Alba (los montes Albanos de la actualidad). En Pompeya, gran puerto vitícola de la Italia romana, un comerciante en vinos se hizo tan rico que pudo mandar construir a su costa el teatro y el anfiteatro de la ciudad.


Los romanos apreciaban también los vinos de España, de Grecia y —en la época imperial— los de la Galia, el Rin y el Danubio.


LOS MONJES Y EL VINO


El vino estaba estrechamente relacionado con el estilo de vida mediterráneo. Solamente la Iglesia, que necesitaba vino y era capaz de garantizar una continuidad de consumo, permitió la supervivencia de la viticultura. Cuando Europa consiguió salir de esos tiempos tempestuosos, los viñedos se encontraban precisamente alrededor de monasterios y catedrales.


Los monjes no se contentaron con hacer vino: lo mejoraron. En la Edad Media, los cistercienses de Borgoña fueron los primeros en estudiar el suelo de la Cóte d’Or, en transformar los viñedos seleccionando las mejores plantas, en experimentar con la poda y en elegir las parcelas no expuestas a las heladas, que eran las que daban las uvas más maduras.


Rodearon sus mejores viñedos con muros: los dos que sobreviven, aunque sólo sea a través del nombre, son una prueba de la perspicacia de estos monjes viticultores. Los cistercienses de Kloster Eberbach hicieron lo mismo en el Rheingau. Todos sus esfuerzos tendían a producir un vino destinado no solamente a la misa, sino a la venta, ya que los monjes desempeñaron un papel esencial en el comercio de vinos durante la Edad Media.


El paulatino retorno a una cierta tranquilidad permitió la expansión de los viñedos y reanimó el comercio. El vino nunca había perdido completamente su valor de bien de cambio: durante la alta Edad Media (del siglo V al X aproximadamente), con esta resurrección del negocio aparecieron las grandes flotas del vino: centenares de barcos iban hasta Londres o los puertos de la Hansa. Los ríos también se convirtieron en importantes rutas comerciales.


Para el hombre medieval, el vino o la cerveza no eran un lujo, eran una necesidad. Las ciudades ofrecían un agua impura y con frecuencia peligrosa. Al desempeñar el papel de antiséptico, el vino fue un elemento importante de la rudimentaria medicina de la época. Se mezclaba con el agua para hacerla bebible. Pocas veces se tomaba agua pura, al menos en las ciudades.


En el siglo XIV las exportaciones de Burdeos hacia Inglaterra eran tan importantes que su media anual no fue superada hasta 1979. El rey Eduardo II de Inglaterra encargó el equivalente de más de un millón de botellas con ocasión de su boda con Isabel de Francia, en 1308. Bajo el reinado de Isabel 1, casi tres siglos después, los ingleses bebían más de cuarenta millones de botellas de vino por año para una población de poco más de seis millones de habitantes.


EL AFICIONADO AL BUEN VINO


La demanda de vinos de consumo diario ocupó a los viticultores y bodegueros durante muchos siglos. Pero hacia finales del siglo XVII apareció en el mercado una nueva exigencia: se pedían vinos que procuraran una experiencia estética.


Los romanos de la antigüedad ya habían buscado las mejores añadas del imperio, del mismo modo que los reyes y los abades de la Edad Media exigían también lo mejor. Pero la novedad, en Francia y naturalmente en Inglaterra, fue la emergencia de una nueva clase social con dinero y buen gusto que estaba dispuesta a pagar lo que fuera por un gran vino. A esta generación debernos el concepto de «gran vino» tal como lo conocemos en la actualidad. Hasta entonces, el vino se bebía dentro del año de la cosecha; cuando se acercaba la nueva vendimia, el precio del vino «viejo» caía.


En 1714, un comerciante parisino reclamaba a su corresponsal en Burdeos «buen vino, vino fino, viejo-negro y aterciopelado». Naturalmente ya se sabía criar y mejorar el vino, pero comenzaba la era de los vinos de calidad. Se atribuye generalmente a Arnaud de Pontac, presidente del parlamento de Burdeos hacia 1660, el mérito de haber inaugurado esta búsqueda de la calidad. Propietario del Cháteau Haut-Brion, se puso a producir un nuevo tipo de vino empleando métodos que más tarde serían corrientes: bajo rendimiento, selección esmerada, rigor en la vinificación y añejamiento en bodega.


En Londres, los vinos de Haut-Brion llegaban a triplicar el precio de otros buenos vinos. Los refinamientos se sucedían: selección de las mejores variedades, drenaje de los viñedos, precisión creciente en la crianza y en las operaciones realizadas en la bodega. Empezaron así a producirse vinos finos en grandes cantidades. El desarrollo de las ciudades, en las que la población obrera no cesaba de crecer, fue el factor que multiplicó la demanda de vino barato, el ferrocarril permitió satisfacerla.


LAS PLAGAS DE LA VID


Precisamente en el Midi francés apareció por vez primera, en 1860, la más devastadora de las plagas de la vid: la filoxera, un pulgón del tamaño de una cabeza de alfiler que provocaba la muerte de la vid al nutrirse del jugo de sus raíces. Había llegado accidentalmente de América del Norte, cuando los barcos de vapor comenzaron atravesar el océano lo bastante rápido como para que el parásito, presente en las plantas importadas, pudiese sobrevivir al viaje.

Proceso de la plaga de la filoxera.


Toda Europa se vio afectada: casi ninguna vid pudo escapar de la plaga. Al cabo de cuarenta años de estragos se encontró la solución: las vides injertadas en pies americanos eran inmunes. Pero la filoxera no fue el único problema: dos enfermedades, el oídio y el mildiu, atacaron las viñas europeas en la misma época. En muchas regiones de Europa, numerosos viñedos arrasados por la filoxera nunca se han vuelto a replantar.


EL GRAN DESARROLLO DEL SIGLO XX


Es innegable que el mundo del vino tuvo que dedicar una buena parte del siglo XX a reponerse de la crisis atravesada en la segunda mitad del XIX. Después de la Primera Guerra Mundial, el consumo europeo alcanzó nuevos récords, pero el vino, procedente del Midi francés, de La Mancha o del norte de Africa, era mediocre. Incluso los grandes vinos —de Burdeos, de Borgoña, del Riny del Mosela— se vendían a bajo precio: sus consumidores, en otro tiempo prósperos, se habían visto afectados por las guerras y las crisis.


Los viñedos más favorecidos fueron los del Nuevo Mundo: al oeste de Estados Unidos, en Australia, en Sudáfrica y en Nueva Zelanda, inmigrantes llegados de Europa plantaban en suelos vírgenes para aplacar la sed de otros colonos.


LA BÚSQUEDA DE AUTENTICIDAD


Los esfuerzos llevados a cabo para superar las consecuencias de la filoxera y las crisis económicas incluyeron el desarrollo de la legislación vitícola. Se intentaba también combatir el fraude: vinos ordinarios etiquetados bajo grandes nombres, vinos adulterados, etc.


De esta forma nació el sistema francés de denominaciones de origen (AOC) y las reglamentaciones que se han inspirado en él, aunque sea parcialmente, en casi todo el mundo. Después de la Primera Guerra Mundial, el gobierno francés aprobó la mencionada AØC, que se convirtió a partir de ese momento en un sistema de garantía de autenticidad.


EL DESCUBRIMIENTO DEL CONTROL


La ciencia empezó entonces a desempeñar un papel importante y se desarrollaron programas de investigación sobre la vid, la fermentación o la crianza en bodega. Paralelamente, el consumo de vino se convirtió en un fenómeno que se puso de moda en el mundo entero.


Por otra parte, los mejores vinos del Nuevo Mundo comenzaron a rivalizar en calidad con los mayores clásicos europeos. Para los productores, el fin del siglo XX marca un período de prosperidad; para los aficionados al vino, una edad de oro, con abundancia de buenos vinos a precios relativamente razonables. Las víctimas de esta evolución son sin duda los productores de vinos baratos.


LA VITICULTURA EN AMÉRICA


Históricamente, se comprueba en América, la inexistencia de cualquier tipo de cultivo y producción vínica hasta 1492. Con la llegada de los españoles y más tarde de los portugueses se inicia el cultivo de la vid, al ser pueblos que tenían tradicionalmente incorporado el vino en su dieta.


Asentados los descubridores en las nuevas tierras incorporadas a las Coronas de Castilla y Portugal, solicitaban también importantes cantidades de vino para el consumo, que eran difíciles de satisfacer por las dificultades de la navegación en aquella época y la lejanía de los puertos de origen. Ello determinó, que, en donde las condiciones del suelo y del clima parecieran propicias para el logro de la vid y posterior obtención del vino, se intentase su cultivo.


Esencialmente, el factor determinante para su implantación, fue el desarrollo de las misiones religiosas, ya que necesitaban el vino para las misas, en las mesas y con los enfermos. Como el vino no se vendía, se originó la idea de cosechar las uvas en las propias tierras, por todo ello, la Casa de Contratación en Sevilla recibió órdenes en el año 1564, de enviar en cada barco que partía hacia las Indias, cierto número de vides para su implantación y desarrollo en el Nuevo Mundo, iniciándose así, el origen del cultivo de la vid en América.

Los viñedos en USA.



Viñedos en Sudamérica.


Los españoles realizaron los primeros intentos de cultivo en la Isla La Española, hoy, República Dominicana. De allí, tres fueron los centros de irradiación del cultivo de la vid en América : dos españoles en Nueva España (México) y en Perú, que se extendieron a países limítrofes, coincidiendo con las campañas de Hernán Cortés y de Pizarro, y otro complementario portugués de la tierra de Santa Cruz, nombre con el que se bautizó a Brasil.


Dos fueron los problemas que en esta etapa inicial, para la implantación de Vitis vinífera; uno el material empleado para su establecimiento y segundo, las condiciones climáticas extremadamente cálidas para su cultivo.


Luego se comenzó a llevar el material en macetas, para solucionar estos problemas, pero también aquí se presentaron problemas en el transporte. Se sabe que también se sirvieron de semillas de uva para la formación de aquellos primeros viñedos, con el inconveniente de no reproducir los caracteres varietales y perder uniformidad en las nuevas plantaciones. Este sería el origen de numerosas variedades "criollas" que poblaron el viñedo colonial.


LA VITICULTURA EN EL CERRATO


Historia


Mucho antes de los vacceos, el primer humano del que se tiene conocimiento en la zona es el Homo Antecessor. Su cultura se encuentra dentro del canto tallado.


Posteriormente aparece otra especie humana, el Homo Ergaster, con una antigüedad de más de 300 milenios. Su cultura se ha documentado en las terrazas del río Arlanzón, en Villafría, -Burgos-, y en el río Pisuerga, en Fuensaldaña.


A mitad y finales de la Edad de Bronce (2200-900 a. C.), existen vestigios del fenómeno campaniforme, procedente sobre todo de la zona cantábrica y Álava. En esta época predominó la metalurgia del cobre y a finales de ella se originaron los diferentes pueblos prerromanos, que los cartagineses y los romanos encontraron al llegar a la Península Ibérica. Enseres de la época prerromana.


Los romanos, dispusieron rápidamente de infraestructuras en Hispania Nova Citerior. Construyeron obras civiles como, acueductos, calzadas y puentes -Torquemada y Quintana del Puente, son un ejemplo-, como base para el asentamiento de sus poblaciones en Quintanilla de la Cueza -siglo IV d. C.- y La Olmeda, en Pedrosa de la Vega, cerca de Saldaña, descubierta en 1968.


Licinio Lúculo asumió el cargo de Cónsul y Pretor, en la Hispania Citerior -151 a. C.-, fue belicista, venció en Cauca y en otras poblaciones, pero fracasó en su intento de conquistar Pallantia.


En el verano del 142 a. C. y aprovechando las labores del cereal, el cónsul romano Cecilio Metelo, saqueó las tierras vacceas. El Gobernador Metelo Nepote, sometió en el 56 a. C. una rebelión de las tribus vacceas. En el 49 a. C., desembarcó Julio César y después de derrotar a los Pompeyanos, consiguió el apoyo de toda Hispania, y dejó como Gobernador de la Citeror a M. Emilio Lépido. El 29 a. C., Estatilio Tauro, llevó a cabo una campaña contra los vacceos. Trasladó su campamento a Sasamón en Burgos, cerca de Castrojeriz.


Fue el Imperio Romano el que introdujo el vino, y por lo tanto, el cultivo de la vid a la Península, pero es a mediados del Siglo XIX cuando empieza a evolucionar el viñedo en Castilla


En aquel tiempo, el Cerrato se denominaba Campus Gothorum.

Mosaico romano referente al vino.


Tras la caída del imperio romano de occidente, los pueblos bárbaros que ocupan los territorios van a heredar la costumbre de cultivar la vid.


En la península, durante la época visigoda, en el siglo VII, se llega a regular sobre cómo se debe cultivar, trabajar y consumir la uva y el vino. Esta ley era conocida como la Régula Isidori.


La invasión del reino visigodo por los musulmanes resultó un desastre para el mundo del vino, pues éstos prohíben el consumo de alcohol entre su población.


Pese a que los alfaquíes más ortodoxos trataron de extirpar el hábito de tomar vino entre la población convertida al Islam, en el islamismo hispánico distó mucho de ser radical y algunos califas hispanos fueron expertos bebedores, permitiéndo beber vino en su corte siempre que no se llegase a la embriaguez extrema.


Afortunadamente en época musulmana no se llegan a arrancar todas las vides, una pequeña parte se mantiene para el uso del vino entre los mozárabes, y que éstos pudieran continuar practicando el rito cristiano, la exportación a los reinos del norte (con su pago de impuestos) y la producción de pasas para la repostería.


En el norte, los reinos cristianos prácticamente van a perder las variedades autóctonas destruidas por la invasión. Con la creación del Camino de Santiago en el siglo VIII llegaron cepas de todo el mundo conocido a través de los peregrinos y sus monjes que venían a repoblar y cristianizar la península ibérica.


Al finalizar el siglo IX, los ejércitos cristianos derrotaron a los moros y reconquistaron el Cerrato, con lo que se inició su repoblación, que sucedió reinando Alfonso III el Magno (866-910), favoreció la venida de los mozárabes, así como de las gentes del Norte, cántabros y vascones, para repoblarlo, fueron gentes que con anterioridad, habían huido de la ocupación sarracena en la zona y es en esa época cuando se empieza a replantar viñas.



Los monjes y el vino.


Mayoritariamente fueron monjes benedictinos que desde Francia nos trajeron sus vides, la variedad de Borgoña, que arraigó en el siglo IX en la comarca de Sahagún y que mutó en nuestra variedad autóctona de, que arraigó en el siglo IX en la comarca de Sahagún y que mutó en nuestra variedad autóctona de Prieto Picudo. En un principio estos monjes vendrían como cortejo de la esposa de origen francés del rey de Asturias, Alfonso II, el rey que descubrió la sepultura del Apóstol Santiago.


Otros monjes, los cistercienses, traerían las tempranillos que podemos disfrutar en la Ribera del DueroToro y Rioja, la Sauvignon Blanc en Rueda, y así sucesivamente.


Durante la época de la Reconquista, entre los repobladores se encontraban gentes procedentes del Norte, como los cántabros, llegados a la zona del Cerrato, a través de la «ruta de los foramontanos», y no pocos mozárabes provenientes de Al-Ándalus, o parte de la población musulmana que permaneció bajo señores cristianos en los territorios conquistados.

El Pan y el Vino judío.


Estos convivieron con el colectivo judío existente por ejemplo en la judería de Palenzuela. Los judíos necesitaban como los cristianos, vino para sus celebraciones religiosas. Muchos de estos repobladores, eran descendientes de antiguos moradores de la zona cerrateña, que decidieron emigrar hacia zonas no controladas por la morisma, más al norte, hacia el Cantábrico.


La primera repoblación se realizó entre el 850 y el 975. Aplicando la tradición jurídica romana, todas las tierras abandonadas, siendo todas las de la meseta, pasaron a propiedad del Rey. Así éste se convirtió en propietario de todas las tierras que se repoblaron en los siglos IX y X.


Clima


El clima es continental, con inviernos fríos y secos. Los veranos son cálidos. Las primaveras y otoños, son cortos y placenteros.


Tiene un clima con las siguientes características:
• La precipitación anual varía entre los 400 y los 500 ml. de lluvia
• Los días de precipitaciones al año superan los 100
• La temperatura media anual está entre los 11 y los 12° C
• La diferencia entre la temperatura media del mes más cálido y la del más frío son unos 18°C
• En invierno las temperaturas medias son inferiores a los 6° C
• Son muy numerosas las heladas (desde noviembre hasta abril)
• El verano es la estación seca con altas temperaturas y escasez de agua.


Las Bodegas tradicionales


Las bodegas en el Cerrato, aún cuando no están catalogadas como las de Baltanás, Torquemada, Astudillo o Dueñas, no son obras menores y desde luego si deben ser consideradas como parte del patrimonio “cerrateño”.


En el Cerrato, a mediados del siglo XIX, cuando la unidad familiar no podía con su capacidad de trabajo, explotar unas tierras que por su extensión les superaba, acudían al mercado de trabajo rural, como contratantes de trabajo. Sin embargo, en la mayoría de los casos se trataba de minifundios, era una situación agrosocial de pequeños campesinos, que no tenían otra posibilidad, cuando la explotación no cubría las necesidades familiares, que ampliarla o concurrir temporalmente al mercado de trabajo como asalariado.


La economía en la comarca “cerrateña”, mayoritariamente se ha movido en torno a la agricultura de cereales en general y de la remolacha, aunque también tiene cierta importancia, eso si, mucha menos que antaño, la derivada de la vid.

Típicas bodegas del Cerrato


Había gran cantidad de bodegas con lagar, abundantes y son una construcción típica, algunas con gran antigüedad, construidas en el propio subsuelo con gran esfuerzo. Las bodegas y los lagares convivían. Algunas de gran profundidad, penetraban en la tierra casi perpendicularmente, donde apenas llegaba la luz y donde la temperatura, la humedad y porqué no, el silencio, era el conveniente para la crianza del vino.


Se han aprovechado las laderas de los montes próximos a los municipios para sus ubicaciones principalmente, aunque hay otras en alguna zona urbana. Algunas, tienen una antesala o zaguán, de fábrica, que acoge un pequeño merendero, desde donde parte la pronunciada escalera hacia el interior, donde descansan las carrales con el vino.


Desde siempre se las ha considerado, como un elemento más del hogar del “cerrateño”, que iba y venía casi a diario a la bodega. Era y es todo un rito, para todo vecino, fuese de la condición social que fuese. Desde finales del siglo XVI en adelante, el viñedo alcanza en algunos municipios cerrateños como Baltanás, Valdecañas de Cerrato, Cevico Navero, Cevico de la Torre, Torquemada, Villaviudas, Magaz, Reinoso, Tabanera, Antigüedad, Quintana del Puente, Villahan, Palenzuela y otros, un puesto muy importante en la producción agrícola viticola tradicional, hasta que a principios del siglo XX, la plaga de la filoxera y la del mildiu, acabaron con las mejores cepas provocando la pérdida de rentabilidad.


Las bodegas generalmente estaban excavadas desde antaño en las laderas de los montículos cercanos al villorrio y se surtían de la uva de los majuelos del término. Hubo épocas en que por la abundancia de vino, "ojogallo", dio origen a que sirviese de trueque para adquirir otros productos.


Durante la primera semana de la vendimia no había escuela. Todo el personal iba a vendimiar. El "hacer un lagarejo" entre mozos y mozas era un retozo.


Los carros, tirados por machos y mulas, iban con grandes cestos repletos de racimos de uva de “ojogallo”, de los majuelos a los lagares.


Al terminar la vendimia, y elaborar el mosto, se solía transportar en carros los ollejos de la uva, pues con ellos se elaboraba el orujo.


Como parte importante de la cultura del vino, se encuentran los oficios que fabricaban los elementos necesarios para la obtención del preciado líquido, el vino, como estos ...

Tonelero.


Tonelero: Aunque recibe su nombre de los toneles, los toneleros también confeccionan barriles, barricas, cubos, cubas, tinas, mantequeras, tubos, fudres, y demás recipientes parecidos.Principalmente se dedicaban a la fabricación artesanal de recipientes de madera de forma abombada, en general más largos que anchos, ensamblados con aros metálicos y con extremos planos.

Botero.


Botero: Persona que se dedicaba a fabricar "botas", pellejos y odres para vino, aceite, etc. Hacía "botas", odres pequeños recubiertos de pez por su parte interior, que remata en un cuello con boquilla. También los hacían en tamaños mayores, como el "pellejo", hecho generalmente con la piel de cabra, que una vez curtida se ataban las puntas de las extremidades delanteras y el resto iba con cosidos muy resistentes, para poder transportar el vino.

Cantarero.


Cantarero: Persona que fabrica artesanalmente cántaros y otras vasijas de barro cocido, se le quería diferenciar del "alfarero".

Curtidor.


Curtidor: Es aquel que domina el curtido, que es el proceso de convertir la piel putrescible en cuero imputrescible, tradicionalmente con tanino, un compuesto químico ácido que evita la descomposición y a menudo da color. El curtido vegetal usa tanino (de donde procede el término «tenería», que junto a «curtiduría», designan el lugar o fábrica donde se curten las pieles). El tanino se produce naturalmente en la corteza de algunos árboles, siendo los más usados, los de castaño, roble, y cerezo. Entonces las aporreaban y restregaban para eliminar los restos de carne y grasa.


Los antiguos usaban el cuero para odres, bolsos, arneses, botes, armaduras, aljabas, vainas, botas y sandalias. Los curtidores tomaban las pieles de animales y las remojaban en agua. Luego remojaban las pieles en orina para ablandar el pelo o las dejaban pudrir durante varios meses, después de lo cual las bañaban en una solución salina. Una vez que el pelo se hubiese ablandado, los curtidores lo raspaban con un cuchillo. Cuando el pelo era eliminado, los curtidores ablandaban el material machacando estiércol sobre las pieles o mojándolas en una solución de sesos de animales. Las heces de los perros eran las preferidas para este fin. El cuero sobrante podía transformarse en cola. Para ello, los curtidores ponían trozos de pieles en una cuba de agua y los dejaban pudrir durante meses. La mezcla se ponía entonces al fuego hasta evaporar el agua y lograr así el pegamento.




LA DENOMINACIÓN DE ORIGEN “ARLANZA”



Mapa de la D.O. Arlanza.


En la denominación de origen Arlanza conviven bodegas de fuerte carácter familiar, junto a nuevas y modernas instalaciones bodegueras.


Cuentan con los últimos medios adaptados y los más innovadores métodos de fabricación, lo que permite poner la tecnologí­a al servicio del vino.

Moderna bodega de D.O. Alanza.





Óleo "Viñedos", obra del autor del artículo. GLB.



Autor del artículo.


    194

    Comentarios

    Entradas populares de este blog

    ¿ PORQUÉ LA INQUINA ANCESTRAL HACIA LOS JUDIOS ?

    ¿ ESPAÑA 🇪🇸 O "ESPAÑA-ZUELA ?

    LÉXICO DE LA ZONA CERRATEÑA - VOCABULARIO CERRATEÑO